2. Las emociones negativas pueden mejorar la vida
Aunque la mayoría de nosotros preferiríamos sentirnos felices todo el tiempo, la investigación muestra que los sentimientos negativos, aunque desagradables, a veces pueden ser buenos para nosotros. La ansiedad y el miedo pueden protegernos contra posibles amenazas. La culpa puede motivarnos a hacer las paces cuando hemos hecho algo mal, lo que nos permite preservar nuestras relaciones más significativas. Incluso la ira puede ser útil. En un estudio, los experimentadores pidieron a los participantes que desempeñaran el papel de vendedor, negociando con un comprador. Su tarea consistía en vender un lote de teléfonos móviles al "comprador" (que creían que era otro participante como ellos, pero en realidad era un actor) al precio más alto posible. Cuanto mejor pudieran llegar a un acuerdo, mayor sería la recompensa que recibirían en el mundo real al final del experimento. A algunos participantes se les hizo creer que el comprador se estaba enojando con ellos, mientras que otros se hicieron creer que el comprador se sentía feliz. Los resultados fueron claros: los participantes que pensaron que estaban tratando con un comprador enojado ofrecieron sus teléfonos celulares con un descuento de más del 30 por ciento sobre los participantes que pensaron que estaban tratando con un comprador feliz.
Por supuesto, hay una diferencia entre sentir una emoción como la ira y actuar violentamente. También hay una gran diferencia entre experimentar emociones negativas en cantidades saludables y manejables y ser completamente superado por ellas. Como la mayoría de las cosas en la vida, prácticamente cualquier emoción es mejor con moderación. Pero, como muestran este y otros estudios, la cantidad justa de ciertas emociones negativas, actuadas de manera efectiva, puede ser útil. Los movimientos políticos que cambian el mundo pueden ser alimentados por la ira, mientras que los impulsos por cambiar nuestra vida para mejor pueden ser alimentados por la tristeza o el arrepentimiento.
Quizás la lección más importante en toda esta investigación es que vivir una buena vida no se trata solo de ser feliz. Se trata de ser auténticamente quienes somos, incluyendo placer y dolor, felicidad y tristeza, amor y conflicto. Si nos sentimos felices todo el tiempo, podríamos terminar perdiendo oportunidades para mejorarnos, luchar por lo que creemos o participar en algunos de los esfuerzos más significativos de nuestras vidas.
Mi colega que dijo que se sentía "estresada y ansiosa" es una médica que atiende a pacientes con COVID-19. Todos los días, se enfrenta a decisiones médicas desgarradoras y teme contraer el coronavirus. Pero también me dijo que, a pesar de su preocupación, siente que lo que está haciendo le da un propósito a su vida: "A veces las experiencias más difíciles también son las más importantes", me dijo. "Seré feliz cuando termine, pero no quisiera estar haciendo otra cosa".