Debido a que el duelo nos roba energía en todos los niveles, el impulso necesario para restablecer las tradiciones y encontrar nuevas formas de celebrar las fiestas a menudo se pierde en las personas que están en duelo. Muchos de nosotros nos convertimos en sombras en la periferia de las celebraciones de los demás, sintiéndonos como si fuéramos intrusos con recuerdos rotos en la espalda. Al igual que el dolor del miembro fantasma, el sentido de comunidad y el entusiasmo que solía acompañar a las vacaciones se convierte en un recordatorio persistente de lo que hemos perdido.
4. Conversación: muchos de nosotros anhelamos un momento de tranquilidad, un espacio para estar solos y lejos del mundo. Cuando alguien está de duelo, el momento de tranquilidad puede convertirse en su compañero más cercano. Donde las discusiones animadas, los comentarios sobre la vida diaria e incluso las discusiones solían ser la norma, después del dolor, hay un silencio mortal.
Ya no hay un "buenos días" cuando se despierta por primera vez y nadie para preguntarle si está bien cuando parece deprimido. Hablar con alguien durante el día, recibir un mensaje de texto, escuchar su voz llamándote desde la otra habitación, todo se convierte en fantasmas del pasado. Los corazones pueden saltar con el sonido de un teléfono que suena, solo para derrumbarse al darse cuenta de que no puede ser la única persona de la que más desea escuchar. Muchos hogares están llenos de los ecos de las conversaciones perdidas y el anhelo de tener una oportunidad más para una conversación en el café de la mañana o de escuchar una historia escolar más tonta.
Los seres humanos tienen una necesidad innata de socialización, aunque a diferentes niveles según el individuo. El dolor roba esta oportunidad e intenta reemplazarla con interacciones graves e intensas. Atrás quedaron las bromas alegres que solían salpimentar los intercambios, suplantadas por preocupaciones por su bienestar y frases enlatadas destinadas a consolar a los que están de duelo. La comodidad de una conversación informal se elimina repentinamente, justo cuando puede comenzar a devolverle una sensación de normalidad a su vida, a menudo transformando a las personas en duelo en siluetas silenciosas que flotan a través de sus días.
5. Apoyo: Todos necesitamos a alguien de nuestro lado. Cuando el dolor nos priva de nuestra oportunidad de colaboración, es desmoralizante. Después de perder a una persona importante, de repente ya no podemos pedirle su opinión ni buscar su ayuda para tomar decisiones importantes. Incluso las decisiones menores, como qué ponerse o qué libro leer a continuación, caen en un vacío de soledad. La voz familiar que siempre estaba dispuesta a hablar, el hombro en el que podías apoyarte después de un día duro, desaparecía tras el dolor. Nos quedamos solos con nuestros pensamientos, para resolverlos por nuestra cuenta, en un silencio ensordecedor.
El abismo que acompaña al dolor es casi orgánico. Las personas recién despojadas no solo luchan por encontrar nuevas formas de relacionarse con un mundo drásticamente alterado, sino que lo hacen sin el apoyo del que dependían antes de su pérdida. Reemplazar a un compañero de vida, un confidente, un hijo amado, es imposible, al igual que reemplazar el papel único que desempeñaron en su vida.
Cuando se trata de perder una parte de ti mismo, todo se vuelve trascendental y ya no hay cambios triviales. El solo dolor de despertarse por la mañana y reconocer que toda su visión del mundo ha cambiado puede ser más de lo que las personas pueden manejar. De manera similar, las tareas y actividades cotidianas y mundanas en las que la mayoría de nosotros nos involucramos de repente se ven ensombrecidas, con un saliente oscuro que habita nuestros pensamientos y acecha nuestras acciones. Este es uno de los impactos más graves del dolor: que incluso una tarea tan básica como doblar la ropa se vuelve insuperable. En la batalla por la curación con el dolor, es fundamental que las víctimas reconozcan y den voz a estas pequeñas pérdidas que provocan daños imprevistos y asombrosos.